Tras la Revolución Bolchevique de 1917 y la formación de la Unión Soviética, el mundo cinematográfico asiste al despertar del cine ruso. En 1924, un año antes de que se estrene El Acorazado Potemkin, Yakov Protazanov dirigió un politizado largometraje de ciencia ficción: Aelita, Reina de Marte