miércoles, 29 de mayo de 2013

El Cosmonauta

Hablar de El Cosmonauta es hablar de financiación crowdfunding, de narración transmedia, de expectación generada tras cuatro largos años de espera, pero... ¿qué hay de la película?



Dirección y guión: Nicolás Alcalá
Estreno: 14 de mayo de 2013
Duración: 79 minutos.
Intérpretes: Katrine de Candole, Leon Ockenden, Max Wrottesley.

El Cosmonauta no es sólo una película. Es muchas otras cosas. Es un ejemplo de márketing, un ejercicio de creatividad comercial, una vuelta de tuerca al crowdfunding, una ingeniosa maniobra para levantar un proyecto que de cualquier otra forma habría sido inviable.

Es también un magnífico experimento iniciático. Un viacrucis de cuatro años en los que las personas embarcadas en esta ambiciosa aventura han tenido que poner a prueba su fe, su confianza y su profesionalidad para lograr llegar a ver el final.

Como nos contaba Nicolás Alcalá en esta entrevista que nos concedió el mes pasado, El Cosmonauta quiere ser algo más que una película: quiere convertirse en toda una experiencia. Y para lograrlo se apoya en diversos elementos, o lo que ha venido a llamarse narración transmedia: facebook, twitter, blog, libros, webserie, merchandising... componen el diverso mosaico que trata de completar y enriquecer el conjunto.

Todo esto despierta nuestra curiosidad, nuestro reconocimiento e incluso nuestra admiración. Pero lo que nos interesa realmente es la película en sí misma, y es ahora cuando ha llegado el momento de contemplar y valorar el resultado final.  Tras cuatro años desde que zarpara el barco, se consigue la proeza de llegar a puerto, que no es poco, ni mucho menos. Pero amigo. El barco llega vacío.


Nos encontramos con un estreno innovador, en varias plataformas y con una difusión gratuita por internet desde el primer momento bajo licencia creative commons. Y ya como espectadores, delante de una pantalla, comprobamos con decepción que lo que estamos contemplando, despojado ya de todos esos elementos accesorios, no cumple con las expectativas.

El Cosmonauta es una sucesión de imágenes preciosistas, una poesía visual en movimiento cargada de belleza estética, pero desprovista de alma, de fondo y de cohesión. No existe narración ni referente ni conexión con el espectador. La película flota ingrávida en una órbita lejana, desconocida e inalcanzable. El tenue argumento termina por difuminarse a cámara lenta, decolorado en iluminaciones pálidas, neutras, asépticas, y presentado bajo el envoltorio de una brillante y omnipresente banda sonora.



En este nuevo traje del emperador a la inversa podemos apreciar, valorar y hasta admirar el vestido, realizado con mimo, técnica y un gran sentido estético. Pero en el interior de este vestido es el emperador el que falta. Es invisible. No existe. Es un sofisticado frasco sin perfume. Y sin esencia, sin alma, El Cosmonauta está condenado a vagar perdido de fotograma en fotograma sin encontrar nunca su razón de ser.

Ya no importa el crowdfunding ni el transmedia. El telón ha caído y pocos serán los que hayan quedado satisfechos. Quizás únicamente, me atrevo a aventurar, algún incondicional de Malick pueda encontrar aquí un pálido reflejo. Al final, todo parece haber quedado en un experimento meramente estético y esencialmente fallido. Escasa cosecha para siembra tan esmerada. 

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo. Se han olvidado de algo tan antiguo como es contar un historia. "Es una experiencia no hay porqué entender nada" es la excusa esgrimida por sus autores tras las críticas recibidas. ¡Vaya! Una tomadura de pelo

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  2. El guión es de vergüenza ajena, parece estar redactado por un grupo de colegiales durante los recreos...todo revestido de fastuosidad, eso sí, para darle esa apariencia sumamente pretenciosa que me llena de rabia, al sentirme estafado como espectador. Se perdieron entre tanto detalle absurdo y preciosista, olvidando por completo la historia, que no pasa de ser un galimatías hipermegacósmico con un alto grado de infantilidad (además de un truño infumable, por suepuesto).

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