Carrie (2013)

Correcto remake en el que se intenta modernizar la dificilmente superable versión de Brian de Palma, con un resultado infinitamente menos terrorífico e inquietante que la original de 1976.

Dirección: Kimberly Peirce

Guión: Roberto Aguirre-Sacasa y Lawrence D. Cohen, adaptando la novela de Stephen King.

Estreno en España: 5 de diciembre de 2013

Duración: 100 minutos

Intérpretes: Chloë Grace Moretz, Julianne Moore, Gabriella Wilde, Judy Greer, Portia Doubleday, Ansel Elgort, Alex Russell.

Es muy dificil afrontar el remake de un clásico. No vamos a entrar aquí, por esta vez, en el eterno debate sobre la falta de ideas de Hollywood o lo necesario o innecesario de ciertas revisiones. Pero las comparaciones son inevitables y el listón, en este caso, estaba muy alto.

En 1976, un hasta entonces no demasiado conocido Brian de Palma saltaría a la fama con una personalísima versión de la primera novela publicada por un tal Stephen King tan solo dos años antes.

Inquietante, terrorífica, incómoda para el espectador y brillante en los detalles y en la potencia del desenlace, con ese epílogo surrealista... la huella del autor está presente en cada fotograma. Un clásico inmortal del cine de terror, en el que también cabe destacar la perturbadora interpretación de Sissy Spacek, por la que fue nominada a un Oscar.

Tras esta pequeña joya llegó, en 1999, la inevitable secuela. En ella  vuelve a aparecer Amy Irving en su personaje de Sue Snell, esta vez como profesora del instituto. También nos encontramos con Mena Suvari en un pequeño papel. La trama poco tiene que ver con la original por mucho que le intente meter referencias con calzador.

La obra de Stephen King tuvo también su versión televisiva en 2002, una producción que sí que nos ofrecía algunas cosillas interesantes. Sin ir más lejos, dos de los papeles femeninos secundarios estaban interpretados con gran acierto por Emilie de Ravin (Lost) y Kandyse McClure (Battlestar Galactica). El desenlace, y otros detalles, resultaban ser más fieles a la novela que la versión de 1976.

Todo este bagaje nos lleva a la versión actual, abordada en esta ocasión por Kimberly Peirce, directora muy poco prolífica que deslumbró en su debut en 1999 con Boys don`t cry y de la que poco más hemos sabido hasta ahora.

Estamos ante un auténtico remake del anterior film, ya que se incluyen en ésta las mismas modificaciones a la novela que se hacían en aquella. Cloë Grace Moretz (Let me in, Kick Ass), una joven actriz con un brillante futuro, es la encargada en esta ocasión de encarnar a Carrie White, y lo hace con valentía y talento. Sin embargo, su interpretación queda lejos de la inquietante composición de Sissy Spacek. No le ayuda ese exceso de gestualidad en los momentos de telekinesis desatada. La tensa inmovilidad y los ojos desorbitados de Spacek resultaban mucho más aterradores que esos innecesarios movimientos de brazos y manos a lo caballero jedi.

Lo borda Julianne Moore en ese papel de madre desquiciada. Sus duelos interpretativos con Moretz, lo mejor de la película. El resto de secundarios, sin embargo, desentonan. Meros comparsas muy poco trabajados, con poca profundidad y escaso peso, al contrario que en anteriores versiones, incluyendo la televisiva.

Se intenta, en definitiva, modernizar el relato, acercarlo a las nuevas generaciones. Se situa en la época actual y se le da un papel protagonista a las nuevas tecnologías. Se profundiza más, también, en el descubrimiento por parte de Carrie de sus nuevos poderes, y su personaje es menos incómodo para el espectador, más humano y accesible. Se consigue, de ese modo, una versión más light, más para todos los públicos, especialmente dirigida a su segmento más joven. Ellos, sospecho, serán los que más la disfruten. Para los que ya tenemos una edad, conocemos la novela y aún disfrutamos revisionando la obra maestra de Brian de Palma, este remake, aunque correcto, no tiene prácticamente nada que ofrecernos.