Fallido intento de autoplagio en este querer y no poder volver a rodar Pitch Black. Los fans del personaje disfrutarán con su despliegue de acción y sus prepotentes monólogos. Los que no, se aburrirán soberanamente.
Dirección y guión: David Twohy
Estreno en España: 6 de septiembre de 2013
Duración: 119 minutos
Intérpretes: Vin Diesel, Jordi Mollá, Katee Sackhoff, Matt Nable, Dave Bautista, Karl Urban.
Allá por el año 2000 se rodó una auténtica película de culto titulada Pitch Black, que combinaba acción, terror y ciencia ficción como no se había visto desde los buenos tiempos de la saga Alien. Además de manejar con gran acierto las luces y las sombras, el gran descubrimiento de esta producción fue su antihéroe protagonista, ese que sabe siempre lo que hay que hacer o decir, ese que por muy malo que quiera parecer es en realidad el paradigma de las virtudes, ese que acaba por caerle bien a todo el mundo, ese que llenó la pantalla con su poderosa presencia... ese cuyo nombre no era otro que Vin Diesel. Digo, perdón, Richard B. Riddick.
El personaje era demasiado goloso para dejarlo ahí, y David Twohy decidió elevarlo a categoría de saga galáctica. Las Crónicas de Riddick (2004) resultó entretenida, pero el atractivo solitario y sufrido que tenía el personaje en la primera entrega se perdió por el camino.
Así que, por supuesto, era necesaria esta tercera película, precisamente para intentar regresar a esos ansiados orígenes. Pero claro, una cosa es querer recuperar el espíritu original, y otra muy distinta volver a rodar la misma película y pretender que cuele. Porque estamos ante un auténtico y descarado autoplagio que reproduce sin ningún rubor situaciones, escenas, conversaciones y personajes sacados tal cual de Pitch Black. Corta, pega, pinta y colorea.
Lo mejor del film, aparte de reencontrarnos con un personaje que, siendo sinceros, sigue gustando y apeteciendo, son los primeros minutos de solitaria lucha por sobrevivir en un nuevo planeta hostil, mientras se nos explica, a través de flashbacks intercalados, cómo el que suponíamos líder de los poderosos y siniestros necróferos ha acabado otra vez tan hecho polvo.
Pasada esa primera media hora, comienza la fotocopia. Cazarrecompensas ansiosos por hacerse con la cabeza de Riddick, situaciones límite de las que escapar casi rutinariamente, monólogos prepotentes en los que Riddick relata sin equivocarse todo lo que va a pasar a continuación, bichos alienígenas feos y letales que una vez más surgen a cientos en la oscuridad, y un buen puñado de escenas de acción que harán la delicia de los fans.
Poco más que destacar, excepto las aportaciones de un Jordi Mollá encantado de meterse en la piel de villano intergaláctico, y de una Katee Sackhoff que parece abonarse a los papeles de "tía con un par" tras su excelente interpretación de Starbuck en la serie Battlestar Galactica.
No será esta la última entrega en la que podamos disfrutar de los alardes físicos y sensoriales del furiano de mirada luminosa. A buen seguro que la gallina de los huevos de oro seguirá poniendo huevos antes de que acaben por matarla del todo. Sólo cabe esperar que dentro de alguno de esos huevos encontremos algo más que otro cascarón vacío.
El personaje era demasiado goloso para dejarlo ahí, y David Twohy decidió elevarlo a categoría de saga galáctica. Las Crónicas de Riddick (2004) resultó entretenida, pero el atractivo solitario y sufrido que tenía el personaje en la primera entrega se perdió por el camino.
Así que, por supuesto, era necesaria esta tercera película, precisamente para intentar regresar a esos ansiados orígenes. Pero claro, una cosa es querer recuperar el espíritu original, y otra muy distinta volver a rodar la misma película y pretender que cuele. Porque estamos ante un auténtico y descarado autoplagio que reproduce sin ningún rubor situaciones, escenas, conversaciones y personajes sacados tal cual de Pitch Black. Corta, pega, pinta y colorea.
Lo mejor del film, aparte de reencontrarnos con un personaje que, siendo sinceros, sigue gustando y apeteciendo, son los primeros minutos de solitaria lucha por sobrevivir en un nuevo planeta hostil, mientras se nos explica, a través de flashbacks intercalados, cómo el que suponíamos líder de los poderosos y siniestros necróferos ha acabado otra vez tan hecho polvo.
Pasada esa primera media hora, comienza la fotocopia. Cazarrecompensas ansiosos por hacerse con la cabeza de Riddick, situaciones límite de las que escapar casi rutinariamente, monólogos prepotentes en los que Riddick relata sin equivocarse todo lo que va a pasar a continuación, bichos alienígenas feos y letales que una vez más surgen a cientos en la oscuridad, y un buen puñado de escenas de acción que harán la delicia de los fans.
Poco más que destacar, excepto las aportaciones de un Jordi Mollá encantado de meterse en la piel de villano intergaláctico, y de una Katee Sackhoff que parece abonarse a los papeles de "tía con un par" tras su excelente interpretación de Starbuck en la serie Battlestar Galactica.
No será esta la última entrega en la que podamos disfrutar de los alardes físicos y sensoriales del furiano de mirada luminosa. A buen seguro que la gallina de los huevos de oro seguirá poniendo huevos antes de que acaben por matarla del todo. Sólo cabe esperar que dentro de alguno de esos huevos encontremos algo más que otro cascarón vacío.
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