jueves, 21 de marzo de 2013

1924 - Aelita, Reina de Marte

Tras la Revolución Bolchevique de 1917 y la formación de la Unión Soviética, el mundo cinematográfico asiste al despertar del cine ruso. En 1924, un año antes de que se estrene El Acorazado Potemkin, Yakov Protazanov dirigió un politizado largometraje de ciencia ficción: Aelita, Reina de Marte


Dirección: Yakov Protazanov
Producción: Estudios Mezhrabpom-Rus
Guión: Fyodor Otsep y Aleksei Fajko, basado en la novela homónima de Aleksei Nokoláyevich Tolstói.
Intérpretes: Yuliya Solntseva, Igor Ilyinsky, Nikolai Tsereteli

Sinopsis: En una Rusia post-revolucionaria, el ingeniero Losi diseña un cohete capaz de viajar hasta Marte. A su vez, desde aquel lejano planeta, la reina Aelita observa con asombro y curiosidad las peculiaridades de la vida en La Tierra. Tras el viaje interplanetario, Losi y Aelita iniciarán una revolución proletaria contra el poder establecido.


Nos encontramos ante una compleja mezcla de géneros y temáticas en una película que ofrece diversas lecturas a distintos niveles. La cinta combina y alterna el documento social, la proclama política, el thriller psicológico y la ciencia ficción, todo contenido en sus ochenta minutos de duración. Intentaremos analizar, uno por uno, los múltiples aspectos de este viejo caleidoscopio.

Aelita, el doble filo de la revolución

En 1917, en plena Primera Guerra Mundial, estalla en Rusia la Revolución Bolchevique, desembocando en una Guerra Civil que derrocaría al régimen zarista y de la que surgirá la Unión Soviética en 1922.

En este convulso contexto histórico, los más despiertos miembros del gobierno soviético se dan cuenta del poder de una nueva herramienta propagandística: el cine. Comenzarán a impulsar esta incipiente y casi desconocida industria, fomentando la producción de largometrajes e incluso potenciando la formación de futuros cineastas.


Uno de los pioneros del cine en Rusia había sido Yakov Protazanov, dirigiendo más de 80 producciones entre 1911 y 1918. La revolución le sorprende en Europa y allí permanecerá hasta que la recién formada Unión Soviética le reclame para dirigir la que debería haber sido una película que difundiera los valores revolucionarios. Aelita, Reina de Marte, se estrenó en 1924, un año antes de que Eisenstein asombrase al mundo con El Acorazado Potemkin.

La maquinaria propagandística soviética se puso manos a la obra para promocionar la película. Los principales diarios rusos difundieron la noticia de que un extraño mensaje de origen desconocido se estaba recibiendo por todo el mundo: "Anta, Odeli, Uta". Después, anunciaron que se había descifrado dicho mensaje y que para conocer su significado habían de acudir al cine a ver la película Aelita. Se trata de una técnica de promoción muy efectiva que podríamos incluso considerar precursora de la conocida emisión radiofónica de La Guerra de los Mundos, que Orson Welles realizara más de una década después.

Precisamente esas tres palabras, "Anta, Odeli, Uta" son las que el protagonista de la película, el ingeniero Losi, se afana en descifrar durante la cinta. Recibidas en todas las estaciones soviéticas, Losi llega a la conclusión de que provienen del planeta Marte, hasta el punto de diseñar un cohete capaz de viajar a aquel lejano planeta.

La película fue un gran éxito de público, pero no duró demasiado en cartel y fue rápidamente prohibida y condenada al ostracismo. Sólo hace relativamente poco hemos podido recuperarla del olvido, tras la caída de la Unión Soviética. ¿La razón? El resultado final no era tan afín a la revolución como podía parecer a simple vista.

El autor de la novela en la que se basa Aelita, Reina de Marte fue Aleksei Tolstoi, novelista que no debemos confundir nunca con su pariente lejano, Leon Tolstoi, autor de Guerra y Paz o Anna Karenina, y que había fallecido en 1910. Aleksei  se exilió de Rusia declarándose contrario a la revolución bolchevique, y sólo regresó (y se retractó en su posición) una vez formada la nueva Unión Soviética.

Observamos en la adaptación cinematográfica de Aelita elementos que podrían considerarse políticamente esperables en una proclama revolucionaria. Así, Losi y su compañero de viaje, el antiguo soldado Gusev, trasladan a Marte la revolución proletaria para derrocar un viejo sistema totalitario. Se nos ofrecen imágenes tan icónicas como un martillo destruyendo arcaicas estructuras para formar con ellas una hoz, o un hombre rompiendo sus propias cadenas.

Pero la película no se queda ahí, sino que va más allá. Se nos muestran las miserias provocadas por la revolución y la guerra civil, recordando con nostalgia tiempos pasados. Aelita, la reina de Marte, no tiene poder real a pesar del título que ostenta, por lo que intentará aprovechar la revolución contra el arcaico y dictatorial gobierno de Los Ancianos para imponer su propio régimen totalitario. Mensajes tales como que las ideas más nobles pueden ser manipuladas por los gobernantes para perpetuarse en el poder eran inaceptables para los intereses del nuevo gobierno soviético.

Documento social post-revolucionario

La película no avanza con paso firme y decidido hacia el viaje a Marte. Muy al contrario, se detiene para acercarle al espectador los estragos causados por la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa y la Guerra Civil en el pueblo soviético. La miseria, el hacinamiento, la masificación, el racionamiento, los orfanatos, el hambre y la pobreza son mostrados descarnados a través de imágenes reales, más acordes con un documental de denuncia social que con una película propagandística gubernamental.



Son varias las referencias al "hermoso pasado", y las imágenes de la reconstrucción de la "nueva Rusia" y los desfiles conmemorativos de la revolución se alternan con orfanatos o soldados que tras la desaparición del frente exterior e interior se ven sumidos en la inacción.

El amor, los celos y el crimen

La aparente trama secundaria es en realidad la que ocupa más tiempo de metraje, y el hilo conductor de la mayor parte del film. El ingeniero Losi, recién casado con su bella esposa Natasha, comienza a observar sospechosos flirteos de su mujer con un vecino, el cual en efecto trata de cortejarla durante las prolongadas ausencias de su marido. A veces ingenua y otras veces quizás demasiado permisiva, da la impresión de que Natasha se va dejando querer, y Losi, presa de un ataque de celos, llega al punto de sacar un arma y disparar contra su esposa.


Aterrado por el terrible acto de violencia que acaba de cometer, huye despavorido y desesperado. Decide escapar a Marte, y durante el tiempo que emplea en la construcción del cohete se esconde bajo un disfraz que, de momento, consigue despistar al inspector que investiga el caso. Este agente de la ley es el encargado de aportar los brochazos humorísticos inevitables en el lenguaje cinematográfico de la época, con su gesticulación y su torpeza, aunque finalmente logrará encontrar al culpable y perseguirle hasta el mismísimo Marte, colándose en el cohete en el último momento.


Ciencia ficción interplanetaria

No era esta la primera vez que el cine viajaba a Marte. En 1918 se produjo en Dinamarca la película Himmenlskibet, traducida en España como Viaje a Marte, y dirigida por Holger-Madsen, que narraba la expedición a Marte a bordo de la nave Excelsior. Si tenéis curiosidad por saber más cosas acerca de esta película, os invito a visitar el excelente post del blog de Antonio Belmonte:
http://pasionsilente.blogspot.com.es/2007/05/himmelskibet-1918-de-holger-madsen.html

En Aelita, Reina de Marte, el viaje se realiza en un cohete diseñado por el ingeniero Losi, la "interplanetonauta", que no se nos llega nunca a mostrar desde fuera en su totalidad. Su violento aterrizaje en Marte, rodado con maquetas, es observado por Aelita, al igual que en la primera parte de la película observa, a través de un ingenio tecnológico, la vida en la Tierra. Esta obsesiva observación por parte de Aelita de los momentos cotidianos del día a día de los habitantes terrícolas podría transportarnos al Gran Hermano que George Orwell describiría veinticuatro años después en su novela distópica 1984.


Los obreros son tratados en Marte como mercancía, una "fuerza laboral" almacenada y utilizada según los intereses de Los Ancianos. La revolución, en la película, se produce en realidad de un modo un tanto accidental, cuando el intento de las fuerzas marcianas para capturar a los visitantes terrícolas desemboca en una lucha que acaba contagiando a los obreros oprimidos. 

Otro aspecto destacable de Aelita es la ambientación del mundo marciano, cubista y constructivista tanto en los afuncionales espacios geométricos como en el vestuario artificial y plastificado, diseñado por Alexandra Exter, todo un referente del Art Decó.



¿Qué es real?

Pero la película aún nos reserva una vuelta de tuerca más. El final nos aclara que todo lo sucedido en Marte no era más que una ensoñación del propio ingeniero Losi. Una fantasía producida por su mente, una forma de escapar a su realidad. Incluso su mujer aún sigue viva.

Ya durante el metraje se nos avisaba de que los sucesos de Marte eran imaginaciones de Losi, pero la lógica narrativa nos hace seguir los acontecimientos como si estuviesen ocurriendo realmente. Algunas escenas son especialmente perturbadoras, como las transformaciones espontáneas de la reina Aelita en Natasha, la esposa de Losi, al más puro estilo Abre los Ojos de Amenábar.

De vuelta a la realidad, descubrimos que el misterioso código "Anta, Odeli, Uta" no es más que un anuncio de neumáticos. Philip K. Dick se sentiría como en casa. Finalmente, Losi y su mujer resuelven sus diferencias, y se nos ofrece, como conclusión, una controvertida moraleja: "Basta ya de soñar. Nos espera un trabajo de verdad".


Aelita, Reina de Marte, es una película, como hemos visto, de una gran complejidad que de algún modo nos anticipa, en estética y temática, la obra maestra que analizaremos a continuación: Metrópolis, de Fritz Lang. El clásico entre los clásicos del cine de ciencia ficción.

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