martes, 30 de abril de 2013

Iron Man 3: Sobrecarga de espectáculo

Sobrecarga de acción, humor, explosiones y ruido ensordecedor en este puro blockbuster que hará las delicias de los palomiteros, tan entretenido, divertido y efectivo como inconsistente y olvidable.


Director: Shane Black
Guión: Drew Pearce y Shane Black
Estreno en España: 26 de abril de 2013
Duración: 130 minutos
Intérpretes: Robert Downey Jr., Gwyneth Paltrow, Guy Pearce, Ben Kingsley, Don Cheadle, Rebbeca Hall, William Sadler.

Suma y sigue la oleada de películas de superhéroes, la inundación de adaptaciones de cómic, de reinicios, de secuelas de secuelas de secuelas. Cada cual debe ser más impresionante que la anterior, más que ninguna. Más acción, más entretenimiento, más explosiones, más fuegos de artificio. La conducción debe ser más vertiginosa, y el final más apoteósico, sorprendente y definitivo. Llevar el no va más aún más allá. Triple salto mortal. Con tirabuzón. Sin red. Superando lo que ya superamos ayer alcanzando cotas que sólo podrán superarse mañana.

Iron Man 3 cumple con todo ello de forma más que efectiva. La fórmula es la de siempre, llevada hasta el extremo en busca de nuevas cimas. Puro cine de acción, fulgurante, asombroso, ensordecedor. Humor básico, simpático, divertido, sencillo, la tensión relajada en carcajadas de alivio. 

No se le puede negar ni el sentido del espectáculo, ni la efectividad, ni muchísimo menos la recaudación. El entretenimiento está asegurado, las palomitas y la coca-cola nos sabrán mejor que nunca. Y ya no importará lo inverosímil, sobrecargado, confuso o inconsistente que llegue a ser el final. Si supera niveles previos de explosiones y decibelios, objetivo conseguido.



John Favreau, director de las dos entregas anteriores, se refugia en su pequeño papel cómico secundario y le pasa el testigo a Shane Black, cuyo único precedente conocido, la divertida Kiss Kiss Bang Bang (2005), recomendamos desde aquí a todo aquel que no la haya visto. En ella dirigía ya a un Robert Downey Jr. que vuelve aquí a ofrecernos a un Tony Stark tan identificado con  su intérprete que será dificil a partir de ahora distinguir la piel del metal. El encasillamiento parece un dulce precio a pagar por la resurrección de un actor que estuvo a punto de consumirse a sí mismo, y que ahora luce la media sonrisa de saberse triunfador.

Le acompañan viejos conocidos y nuevos enemigos, encarnados todos ellos por grandes intérpretes. Gwyneth Paltrow, cuyo personaje ha ido ganando terreno y protagonismo con cada entrega. Cuidadito con ella. Don Cheadle, el hombre quiere pero no puede, Iron Man sólo hay uno. Guy Pearce, empeñado en la ciencia ficción y en las extrañas transformaciones físicas, déjese quieto el rostro o le saldrán estrías. Y el gran Ben Kingsley, más relegado quizás de lo esperado pero siempre enorme.

Iron Man sigue y seguirá siendo el buque insignia de Marvel, el líder de Los Vengadores, el paradigma del superhéroe de cómic. Puro entretenimiento, puro espectáculo. No le pidan nunca nada más. Saldrán decepcionados.

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